educación

Viviendo con un niño con diabetes (II)

Por qué se desarrolla la diabetes en los niños

En el caso de la diabetes tipo 1 «la forma más común en los niños» es probable que los factores hereditarios hayan preparado el terreno. En otras palabras, es factible que su hijo haya nacido con determinados genes, las estructuras básicas de la vida, que aumentaron sus probabilidades de desarrollar la diabetes.

Después algo desencadena la acción del sistema inmunológico que empieza a destruir por error a las propias células del organismo las células beta del páncreas que producen la insulina, una vez que esto haya sucedido, el niño se vuelve diabético. Quizá ese algo es una infección viral, o tal vez la tensión normal a la que está sujeto el cuerpo por el rápido crecimiento destruya las células beta.

La mayoría de los niños desarrollan diabetes Tipo 1, también conocida como “diabetes insulinodependiente” porque deben depender de inyecciones de insulina para vivir. En realidad, este tipo solía denominarse “diabetes juvenil” hasta que los científicos descubrieron que la diabetes Tipo 1 puede aparecer a cualquier edad. Afecta a la misma proporción de niños que de niñas.

En los menores, los síntomas de la diabetes Tipo 1 por lo general se desarrollan rápidamente, a diferencia de los adultos, en quienes la diabetes Tipo 1 aparece con más lentitud. En la población infantil, los síntomas incluyen una sed tremenda y micciones frecuentes. A veces llegan a mojar la cama. El niño no pierde el apetito y come en grandes cantidades, aunque experimenta una inexplicable pérdida de peso. Si el transtorno se detecta en sus inicios, puede sobrevenir la deshidratación por la pérdida de líquidos debida a la micción frecuente. La visión se nubla por los cambios temporales que sufre el cristalino. Un niño activo y robusto se vuelve débil, irritable y tiene poca energía. El aprovechamiento escolar decae; el niño llega a quejarse de dolores en piernas y abdomen o presenta dificultad para respirar.

Cuando el inicio de la enfermedad es abrupto, puede hacerse un diagnóstico con rapidez. Sin embargo, a veces los síntomas de la diabetes pueden confundir a los padres, ya que se asemejan a un “resfriado” o a infecciones del estómago o las vías urinarias. No obstante, el médico que conoce estos síntomas ordena una prueba de sangre, y si los resultados indican un nivel elevado de azúcar sanguíneo, diagnostica diabetes. cuando los niveles de azúcar en sangre son elevados, generalmente hay azúcar en la orina, así como cetonas.

Los niños también desarrollan la diabetes Tipo 2 (no insulinodependiente), conocida como “diabetes de iniciación en la madurez”. Estos niños por lo general son adolescentes obesos. Se requiere una prueba especial para diagnosticar este tipo de diabetes. Aunque es extraordinariamente infrecuente.


Fases de la diabetes en los niños

Los niños pasan con frecuencia por las siguientes fases de la diabetes:

1.  Inicio agudo o Diagnóstico reciente: Éste es el primer indicio de que su hijo tiene diabetes. Los síntomas incluyen fatiga, micción frecuente, sed y desde luego, nivel elevado de glucemia en sangre. Durante esta fase, los niveles de azúcar sanguíneo del niño pueden controlarse con dosis pequeñas de insulina de acción intermedia, con o sin insulina regular, una o dos veces al día.

2. Remisión o “Luna de Miel”: Durante esta fase, la diabetes parece mejorar o incluso haber desaparecido. Esta “remisión” es breve; la diabetes no se ha curado. Pronto volverá a manifestarse y controlarla será un reto aún mayor. Durante esta fase, es importante continuar con las dosis de insulina del niño, aunque sólo se le apliquen una o dos unidades al día. (Se ha comprobado que incluso las dosis más pequeñas de insulina inyectada protegen a las células beta restantes y, por lo tanto, se prolonga la fase de luna de miel.) La remisión con frecuencia termina con una infección o algún otro padecimiento agudo, o con el inicio de la pubertad y el crecimiento.

3. Intensificación: Durante esta fase, el control de la diabetes de su hijo es más intenso. La enfermedad no se hace más severa pero es más difícil controlarla. Usted debe vigilar con mucha frecuencia los niveles de azúcar sanguíneo del niño, y quizá incrementar la cantidad o ajustar los tipos de insulina que le inyecta. Tanto usted como su hijo se sentirán desalentados al ver que lo niveles de azúcar sanguíneo fluctúan mucho sin causa aparente y a pesar de todos los cuidados.

4. Diabetes Total: En esta fase, las células beta del páncreas ya se han destruido por completo. El organismo depende exclusivamente de la dosis externa de insulina para convertir los alimentos en energía o para almacenarla para el futuro. El control de la diabetes se hace más difícil porque el cuerpo ya no produce insulina para complementar la dosis inyectada. Si no se aplican las inyecciones, el niño está en riesgo inminente de una cetoacidosis, trastorno peligroso debido a la acumulación de cetonas en sangre.


El tratamiento

Una de las metas del tratamiento de control de la diabetes, elaborado por el equipo de especialistas, es aliviar los síntomas causados por los elevados niveles de azúcar en sangre. También evita complicaciones agudas severas como la cetoacidosis y el coma diabético. Por otro lado, el tratamiento reduce las probabilidades de desarrollar complicaciones a largo plazo causadas por la diabetes. Conforme su hijo siga el tratamiento se sentirá mejor y tendrá más energía.

Los niveles de azúcar en sangre repercuten en la forma en que el niño crece y se desarrolla. Por esa razón, los niveles de glucosa en sangre de su hijo deben estar tan controlados como sea posible. Si bien puede parecer difícil en ocasiones, esa debe ser la meta primordial. Aborde siempre este tratamiento siempre con algo de realismo, es importante que el niño con diabetes se sienta integrado a la familia, la escuela y las fiestas, y quizá haya veces en que para mantener la salud social y emocional del niño usted deba transigir. Por ejemplo, no es realista tratar de controlar los niveles de azúcar en sangre durante la fiesta de cumpleaños de su hijo.

El equipo médico es vital

Si su hijo tiene diabetes es vital que usted busque la orientación de un equipo de especialistas integrado por expertos en desarrollo infantil, tanto físico como emocional, que estén actualizados y tengan experiencia en el control de la diabetes Tipo 1.

El equipo debe incluir una enfermera especializada en el tratamiento de la diabetes, un profesional del cuidado de la salud mental y un dietista que trabaje mayormente con niños y adolescentes para ayudarles a entender la nutrición y el plan de alimentación. El equipo debe colaborar con el pediatra del niño y otras personas involucradas en el desarrollo del menor, como sus maestros, la enfermera de la escuela, el tutor escolar y el entrenador.

El equipo médico está a su servicio ahora y lo estará en el futuro. Primero, le ayudará a usted y a su hijo aa entender y seguir el tratamiento y después a continuarlo en el futuro con los ajustes necesarios a medida que el niño crezca y se desarrolle. Este apoyo constituye una parte importante del tratamiento general.

La insulina

La insulina es el tratamiento primordial para los jóvenes con diabetes. Antes de que su hijo tuviera diabetes, había insulina en su sangre todo el tiempo. El páncreas le secretaba en forma automática cuando el niño comía, y el nivel de insulina aumentaba con la cantidad y el contenido nutricional de los alimentos que ingería. Ahora que su hijo tiene diabetes y recibe inyecciones de insulina, la meta es tratar de copiar el patrón lo más posible. En términos generales, no es suficiente una inyección diaria, la mayoría de los niños con diabetes Tipo 1 necesitan varias inyecciones y generalmente varios tipos de insulina –de acción rápida y de acción intermedia- para mantener el nivel deseado de azúcar sanguíneo.

Algunas personas con diabetes siguen un tratamiento llamado “terapia intensiva para la diabetes”. En este tratamiento, las dosis de insulina cambian todos los días con base en los resultados de repetidas pruebas de sangre. Generalmente, no se recomienda para los niños pequeños, quienes no pueden reconocer los síntomas de hipoglucemia y responsabilizarse del tratamiento.

Es muy probable que durante las cuatro fases de la diabetes antes descritas, sea necesario ajustar la terapia insulínica de su hijo. Durante el “inicio agudo”, el tratamiento varía dependiendo de los niveles de azúcar en sangre. Estos niveles son bastante estables, de manera que las dosis generalmente cambian sólo cuando varía el consumo de alimentos y el ritmo de actividad. En esta fase, los niños requieren una o dos inyecciones de uno o dos tipos de insulina. En la fase de remisión, la diabetes de su hijo puede ser controlada con dosis pequeñas de insulina de acción intermedia. Aunque la diabetes parezca haber desaparecido, no interrumpa la insulina.

Una vez que se alcanza la fase de intensificación o de diabetes total, el niño necesita seguir un programa insulínico de “dosis combinada”, la cual consiste en mezclar dos tipos de insulina en la misma jeringa. La dosis de “divide” y se aplica en más de una ocasión durante el día. Los niños casi siempre requieren dos o tres inyecciones de insulina durante estas fases de la diabetes.

El siguiente tratamiento da muy buenos resultados con los niños, pero siempre requieren dos o tres inyecciones de insulina durante estas fases de la diabetes. Consulte al equipo médico antes de aplicarlo;

•  Una dosis matutina combinada de insulinas de acción rápida y de acción intermedia.
Una segunda inyección antes de la cena, ya sea con una dosis combinada de insulinas de acción intermedia y de acción rápida o bien una dosis de insulina de acción rápida y una tercera inyección al acostarse de insulina de acción intermedia.

El propósito de la insulina de acción intermedia antes de la cena o al acostarse es reducir al mínimo los niveles elevados de azúcar en la noche, que podrían manifestarse con micciones o incontinencia nocturnas o con niveles muy lelevados de azúcar sanguíneo antes del desayuno.

¿Cuánta insulina necesita su hijo? El médico determinará la cantidad precisa que debe usar, dependiendo de las necesidades del niño, que es factible que cambien a medida que se vaya desarrollando. Es importante, por lo tanto, que el estado de su hijo sea evaluado por lo menos cada tres meses o con la periodicidad que el equipo médico recomiende.

El ejercicio puede reducir las necesidades de insulina del organismo, si bien nunca reemplazará completamente a la insulina inyectada. Si el nivel de actividad de su hijo varía, es necesario ajustar la dosis de insulina. Por ejemplo, si su hijo va a ir a un campamento de verano o va a desempeñar un trabajo muy activo después de un año escolar sin ninguna actividad, necesitará menos insulina, más comida, o ambos.

¿Cómo determina usted si es necesario un ajuste? Cualquier modificación a la dosis de su hijo depende de los resultados de las pruebas de sangre tomadas durante tres días o más. Si se observa un patrón fijo, el equipo médico le recomendará que cambie la dosis de insulina. No haga más de un ajuste cada tres días, a menos que se presente un episodio severo de hiperglucemia o hipoglucemia, o que el equipo médico así lo indique.

¿Cuándo debe aplicar la inyección? Debe administrarse media hora antes de los alimentos, a menos que el nivel de azúcar sanguíneo del niño sea de menos de 70 mg/dl. Esto permite que la insulina de acción rápida llegue al torrente sanguíneo para empezar a actuar cuando el niño haya comido. Si su hijo come inmediatamente después de la inyección, los niveles de azúcar sanguíneo se elevarán más rápidamente.

Ambos padres y todas las personas a cargo del cuidado diario del niño, deben aprender a preparar y aplicar inyección de insulina. A los 12 años más o menos, los niños pueden empezar a inyectarse a sí mismo, pero sólo con la orientación de los padres. No precipite a su hijo a asumir esa responsabilidad hasta que sea lo suficiente maduro para comprender los peligros de una dosis incorrecta de insulina.
ir al capítulo siguiente

educación

Viviendo con un niño con diabetes (II)

Por qué se desarrolla la diabetes en los niños

En el caso de la diabetes tipo 1 «la forma más común en los niños» es probable que los factores hereditarios hayan preparado el terreno. En otras palabras, es factible que su hijo haya nacido con determinados genes, las estructuras básicas de la vida, que aumentaron sus probabilidades de desarrollar la diabetes.

Después algo desencadena la acción del sistema inmunológico que empieza a destruir por error a las propias células del organismo las células beta del páncreas que producen la insulina, una vez que esto haya sucedido, el niño se vuelve diabético. Quizá ese algo es una infección viral, o tal vez la tensión normal a la que está sujeto el cuerpo por el rápido crecimiento destruya las células beta.

La mayoría de los niños desarrollan diabetes Tipo 1, también conocida como “diabetes insulinodependiente” porque deben depender de inyecciones de insulina para vivir. En realidad, este tipo solía denominarse “diabetes juvenil” hasta que los científicos descubrieron que la diabetes Tipo 1 puede aparecer a cualquier edad. Afecta a la misma proporción de niños que de niñas.

En los menores, los síntomas de la diabetes Tipo 1 por lo general se desarrollan rápidamente, a diferencia de los adultos, en quienes la diabetes Tipo 1 aparece con más lentitud. En la población infantil, los síntomas incluyen una sed tremenda y micciones frecuentes. A veces llegan a mojar la cama. El niño no pierde el apetito y come en grandes cantidades, aunque experimenta una inexplicable pérdida de peso. Si el transtorno se detecta en sus inicios, puede sobrevenir la deshidratación por la pérdida de líquidos debida a la micción frecuente. La visión se nubla por los cambios temporales que sufre el cristalino. Un niño activo y robusto se vuelve débil, irritable y tiene poca energía. El aprovechamiento escolar decae; el niño llega a quejarse de dolores en piernas y abdomen o presenta dificultad para respirar.

Cuando el inicio de la enfermedad es abrupto, puede hacerse un diagnóstico con rapidez. Sin embargo, a veces los síntomas de la diabetes pueden confundir a los padres, ya que se asemejan a un “resfriado” o a infecciones del estómago o las vías urinarias. No obstante, el médico que conoce estos síntomas ordena una prueba de sangre, y si los resultados indican un nivel elevado de azúcar sanguíneo, diagnostica diabetes. cuando los niveles de azúcar en sangre son elevados, generalmente hay azúcar en la orina, así como cetonas.

Los niños también desarrollan la diabetes Tipo 2 (no insulinodependiente), conocida como “diabetes de iniciación en la madurez”. Estos niños por lo general son adolescentes obesos. Se requiere una prueba especial para diagnosticar este tipo de diabetes. Aunque es extraordinariamente infrecuente.


Fases de la diabetes en los niños

Los niños pasan con frecuencia por las siguientes fases de la diabetes:

1.  Inicio agudo o Diagnóstico reciente: Éste es el primer indicio de que su hijo tiene diabetes. Los síntomas incluyen fatiga, micción frecuente, sed y desde luego, nivel elevado de glucemia en sangre. Durante esta fase, los niveles de azúcar sanguíneo del niño pueden controlarse con dosis pequeñas de insulina de acción intermedia, con o sin insulina regular, una o dos veces al día.

2. Remisión o “Luna de Miel”: Durante esta fase, la diabetes parece mejorar o incluso haber desaparecido. Esta “remisión” es breve; la diabetes no se ha curado. Pronto volverá a manifestarse y controlarla será un reto aún mayor. Durante esta fase, es importante continuar con las dosis de insulina del niño, aunque sólo se le apliquen una o dos unidades al día. (Se ha comprobado que incluso las dosis más pequeñas de insulina inyectada protegen a las células beta restantes y, por lo tanto, se prolonga la fase de luna de miel.) La remisión con frecuencia termina con una infección o algún otro padecimiento agudo, o con el inicio de la pubertad y el crecimiento.

3. Intensificación: Durante esta fase, el control de la diabetes de su hijo es más intenso. La enfermedad no se hace más severa pero es más difícil controlarla. Usted debe vigilar con mucha frecuencia los niveles de azúcar sanguíneo del niño, y quizá incrementar la cantidad o ajustar los tipos de insulina que le inyecta. Tanto usted como su hijo se sentirán desalentados al ver que lo niveles de azúcar sanguíneo fluctúan mucho sin causa aparente y a pesar de todos los cuidados.

4. Diabetes Total: En esta fase, las células beta del páncreas ya se han destruido por completo. El organismo depende exclusivamente de la dosis externa de insulina para convertir los alimentos en energía o para almacenarla para el futuro. El control de la diabetes se hace más difícil porque el cuerpo ya no produce insulina para complementar la dosis inyectada. Si no se aplican las inyecciones, el niño está en riesgo inminente de una cetoacidosis, trastorno peligroso debido a la acumulación de cetonas en sangre.


El tratamiento

Una de las metas del tratamiento de control de la diabetes, elaborado por el equipo de especialistas, es aliviar los síntomas causados por los elevados niveles de azúcar en sangre. También evita complicaciones agudas severas como la cetoacidosis y el coma diabético. Por otro lado, el tratamiento reduce las probabilidades de desarrollar complicaciones a largo plazo causadas por la diabetes. Conforme su hijo siga el tratamiento se sentirá mejor y tendrá más energía.

Los niveles de azúcar en sangre repercuten en la forma en que el niño crece y se desarrolla. Por esa razón, los niveles de glucosa en sangre de su hijo deben estar tan controlados como sea posible. Si bien puede parecer difícil en ocasiones, esa debe ser la meta primordial. Aborde siempre este tratamiento siempre con algo de realismo, es importante que el niño con diabetes se sienta integrado a la familia, la escuela y las fiestas, y quizá haya veces en que para mantener la salud social y emocional del niño usted deba transigir. Por ejemplo, no es realista tratar de controlar los niveles de azúcar en sangre durante la fiesta de cumpleaños de su hijo.

El equipo médico es vital

Si su hijo tiene diabetes es vital que usted busque la orientación de un equipo de especialistas integrado por expertos en desarrollo infantil, tanto físico como emocional, que estén actualizados y tengan experiencia en el control de la diabetes Tipo 1.

El equipo debe incluir una enfermera especializada en el tratamiento de la diabetes, un profesional del cuidado de la salud mental y un dietista que trabaje mayormente con niños y adolescentes para ayudarles a entender la nutrición y el plan de alimentación. El equipo debe colaborar con el pediatra del niño y otras personas involucradas en el desarrollo del menor, como sus maestros, la enfermera de la escuela, el tutor escolar y el entrenador.

El equipo médico está a su servicio ahora y lo estará en el futuro. Primero, le ayudará a usted y a su hijo aa entender y seguir el tratamiento y después a continuarlo en el futuro con los ajustes necesarios a medida que el niño crezca y se desarrolle. Este apoyo constituye una parte importante del tratamiento general.

La insulina

La insulina es el tratamiento primordial para los jóvenes con diabetes. Antes de que su hijo tuviera diabetes, había insulina en su sangre todo el tiempo. El páncreas le secretaba en forma automática cuando el niño comía, y el nivel de insulina aumentaba con la cantidad y el contenido nutricional de los alimentos que ingería. Ahora que su hijo tiene diabetes y recibe inyecciones de insulina, la meta es tratar de copiar el patrón lo más posible. En términos generales, no es suficiente una inyección diaria, la mayoría de los niños con diabetes Tipo 1 necesitan varias inyecciones y generalmente varios tipos de insulina –de acción rápida y de acción intermedia- para mantener el nivel deseado de azúcar sanguíneo.

Algunas personas con diabetes siguen un tratamiento llamado “terapia intensiva para la diabetes”. En este tratamiento, las dosis de insulina cambian todos los días con base en los resultados de repetidas pruebas de sangre. Generalmente, no se recomienda para los niños pequeños, quienes no pueden reconocer los síntomas de hipoglucemia y responsabilizarse del tratamiento.

Es muy probable que durante las cuatro fases de la diabetes antes descritas, sea necesario ajustar la terapia insulínica de su hijo. Durante el “inicio agudo”, el tratamiento varía dependiendo de los niveles de azúcar en sangre. Estos niveles son bastante estables, de manera que las dosis generalmente cambian sólo cuando varía el consumo de alimentos y el ritmo de actividad. En esta fase, los niños requieren una o dos inyecciones de uno o dos tipos de insulina. En la fase de remisión, la diabetes de su hijo puede ser controlada con dosis pequeñas de insulina de acción intermedia. Aunque la diabetes parezca haber desaparecido, no interrumpa la insulina.

Una vez que se alcanza la fase de intensificación o de diabetes total, el niño necesita seguir un programa insulínico de “dosis combinada”, la cual consiste en mezclar dos tipos de insulina en la misma jeringa. La dosis de “divide” y se aplica en más de una ocasión durante el día. Los niños casi siempre requieren dos o tres inyecciones de insulina durante estas fases de la diabetes.

El siguiente tratamiento da muy buenos resultados con los niños, pero siempre requieren dos o tres inyecciones de insulina durante estas fases de la diabetes. Consulte al equipo médico antes de aplicarlo;

•  Una dosis matutina combinada de insulinas de acción rápida y de acción intermedia.
Una segunda inyección antes de la cena, ya sea con una dosis combinada de insulinas de acción intermedia y de acción rápida o bien una dosis de insulina de acción rápida y una tercera inyección al acostarse de insulina de acción intermedia.

El propósito de la insulina de acción intermedia antes de la cena o al acostarse es reducir al mínimo los niveles elevados de azúcar en la noche, que podrían manifestarse con micciones o incontinencia nocturnas o con niveles muy lelevados de azúcar sanguíneo antes del desayuno.

¿Cuánta insulina necesita su hijo? El médico determinará la cantidad precisa que debe usar, dependiendo de las necesidades del niño, que es factible que cambien a medida que se vaya desarrollando. Es importante, por lo tanto, que el estado de su hijo sea evaluado por lo menos cada tres meses o con la periodicidad que el equipo médico recomiende.

El ejercicio puede reducir las necesidades de insulina del organismo, si bien nunca reemplazará completamente a la insulina inyectada. Si el nivel de actividad de su hijo varía, es necesario ajustar la dosis de insulina. Por ejemplo, si su hijo va a ir a un campamento de verano o va a desempeñar un trabajo muy activo después de un año escolar sin ninguna actividad, necesitará menos insulina, más comida, o ambos.

¿Cómo determina usted si es necesario un ajuste? Cualquier modificación a la dosis de su hijo depende de los resultados de las pruebas de sangre tomadas durante tres días o más. Si se observa un patrón fijo, el equipo médico le recomendará que cambie la dosis de insulina. No haga más de un ajuste cada tres días, a menos que se presente un episodio severo de hiperglucemia o hipoglucemia, o que el equipo médico así lo indique.

¿Cuándo debe aplicar la inyección? Debe administrarse media hora antes de los alimentos, a menos que el nivel de azúcar sanguíneo del niño sea de menos de 70 mg/dl. Esto permite que la insulina de acción rápida llegue al torrente sanguíneo para empezar a actuar cuando el niño haya comido. Si su hijo come inmediatamente después de la inyección, los niveles de azúcar sanguíneo se elevarán más rápidamente.

Ambos padres y todas las personas a cargo del cuidado diario del niño, deben aprender a preparar y aplicar inyección de insulina. A los 12 años más o menos, los niños pueden empezar a inyectarse a sí mismo, pero sólo con la orientación de los padres. No precipite a su hijo a asumir esa responsabilidad hasta que sea lo suficiente maduro para comprender los peligros de una dosis incorrecta de insulina.
ir al capítulo siguiente
educación > viviendo con diabetes