La mayoría de la gente con diabetes tipo 2 es diagnosticada cuando tiene más de 60 años. Sucede por casualidad o por otros problemas médicos cuando la persona se entera de que tiene la enfermedad. Sin saber mucho sobre la diabetes muchas veces es una cosa chocante para la persona. Es como “ahora estoy enfermo de verdad”, “tengo que cambiar mi vida/todas mis costumbres que me alegran”, “tengo que vivir con disciplina y sin gusto” o “ya se acabó la vida sin preocupaciones”.
La persona frecuentemente conoce a alguien o algunos que tienen la enfermedad y que se quejan sobre sus restricciones de vida o que saben lo que sería sano para ellos pero que ignoran. Por eso siente sin pensar que será una carga grave. Pero no es tanto: de hecho la persona con diabetes tiene que contemplar más antes de hacer algo, y la espontaneidad de la vida se pierde un poco más. Pero la gravedad de la carga viene sobretodo por la cantidad de cambios que muchos médicos exigen a la persona con diabetes:
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perder peso y controlarlo de manera regular: como la mayoría de los afectados tiene sobrepeso el consejo principal se refiere al peso. La persona debe comer menos, sobre todo menos grasa, menos alcohol, mucha verdura y frutas.
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de la comida: comer de una manera totalmente distinta y ya no espontanea, comer “sano”, renunciar al fumar, renunciar al alcohol, renunciar a todo lo que contiene azúcar.
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de la actividad física: empezar con ejercicios regulares, p.ej. media hora tres veces por semana, no usar el ascensor, andar o correr más en vez de usar el coche para todo.
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de la vida social: realizar esos cambios mientras todos los amigos le miran, que compadecen las restricciones de la diabetes o que al contrario, le dicen al afectado que no tiene que tomarla tan en serio. En cualquier caso debe hacer su diabetes pública, para que los parientes y amigos lo sepan y tengan comida especial para él o ella en casa. |
La verdad es que muy poco de todo esto es necesario de verdad. Pero mientras la persona no sepa mucho acerca de la diabetes cree todos los consejos e incluso, a veces, renuncia a más cosas que le gustan por preocupación. Así, puede resultar una vida triste y llena de miedo.
Médicos que no saben mucho de los sentimientos de los enfermos sólo insisten en esos cambios sin discutir el porqué de los cambios para la persona y los posibilidades de cambiar de la persona. Si p.ej. una persona tiene muchos dolores regularmente que le impiden moverse mucho no es un buen consejo practicar más deporte. Por lo menos sería necesario averiguar las posibilidades individuales de un cambio tras el cual sólo quede la posibilidad de nadar más que antes. Y a veces faltan los lugares, el dinero y los aparatos que les hace falta para ciertos tipos de deporte.
Vamos a mirar a la persona sin prejuicios. Vivía una larga vida con cargas, ganas, miedos, dolores y alegría. Críó unos hijos que hoy son independentes y llevan su propia vida. Fue a la escuela durante años, tuvo algunos éxitos en su trabajo, también proyectos no acabados por mala suerte, tiene muchas experiencias de muchas cosas, y ayudaba a mucha gente que lo necesitaba. Con problemas normalmente sabe qué hacer por su experiencia en la vida, por eso consiguió tantas cosas. Ahora está cerca de jubilarse o ya jubilado y prevé una vida de menos estrés, más tiempo libre, y alegría con los nietos. Hubo algunos problemas pequeños más de salud por los que fue al médico. Y ahora ese: “Vd tiene diabetes.” No puede ser. “Como todavía me siento sano, no puede ser.” A veces los médicos no respetan lo que la persona ha conseguido durante una vida larga y tal vez agotadora y con qué problemas de vida vive hoy. Una persona más joven a veces no puede valorar bien lo que cuenta para una persona mayor.
Lógicamente la persona duda de que el diagnóstico sea cierto, una enfermedad que nunca más se cura! Tiene que tener tiempo para acostumbrarse a esa verdad y entender lo que significa. No es algo rápido. La persona se acuerda de que generalmente no todos los consejos de médicos han sido buenos para ella, por eso en primer lugar es natural no confiar en todo en seguida. Por lo menos, es adecuado preguntar a otro médico si da el mismo diagnóstico.
El afectado recuerda a gente, que también fue diagnosticada de diabetes pero que no la cuida mucho y que parece sana como antes. Eso es perfectamente posible porque la diabetes no daña a cada uno de la misma manera. Algunos tienen una suerte mejor, otros una suerte peor. Y en ese momente se acuerda más de los que tienen buena suerte. Como el abuelo que fumaba hasta las noventa sin problemas de salud. No es ilógico, esa desconfianza es normal y muchas veces incluso ayuda a la persona. Además tiene otras enfermedades que tiene que contemplar dolor de la espalda, reuma, alergias - y que a veces le provocan problemas más graves para el bienestar que la diabetes. Entonces tendría que evaluar el significado de todo y evaluar cuánto le convendría la terapia de la diabetes y los cambios de vida recomendados.
Lo que no dicen los médicos es por qué tiene diabetes por sobrepeso si la mayoría de sus amigos también pesa más que antes y no tienen la diabetes.
La verdad es: el sobrepeso no daña a cada uno de igual manera. El sobrepeso viene generalmente y naturalmente con la edad, por la constitución genética, por la falta de adaptación del comer con la reducción de actividad física, y por los cambios del metabolismo por la diabetes misma. La forma del sobrepeso muy acusada de riesgo de muchas enfermedades crónicas (engordarse en el vientre y las caderas) también es genética. Entonces nunca es adecuado echar la culpa primero a la persona con sobrepeso. Algunos nunca engordan aunque comen de todo igual que antes!
Tampoco los médicos le enseñan cómo adelgazar y mantener el peso en el tiempo. La gran mayoría nunca lo consigue. Ni con esfuerzo ni con medicamentos (que además tienen efectos secundarios). Perder peso no es resultado de pretensiones o pensamientos fuertes sino sólo de un cambio profundo de la manera de comer para toda la vida que siga. El comer tampoco es un elemento aislado sino que es parte de un complejo psicológico-social que no es fácil cambiar (ni deseado muchas veces). El sobrepeso tiene muchas causas de las cuales la constitución genética es la primera. El peso siempre tiende a volver a un punto que la persona ha conseguido durante un tiempo largo cuando la persona afloja su dieta. Esforzarse mucho por perder peso siempre tiene el peligro de tener mal humor o incluso sentimientos depresivos al no ver conseguida la meta. Y raramente la dieta (que unos llaman “comer sano” para convencer al afectado) aumenta las ganas de comer con la familia. El autocontrol y el comer con ganas son enemigos para siempre; el comer va con relajarse mientras que el autocontrol causa tensión, aunque también puede aumentar la autoestima. Lo más adecuado sería pretender no ganar más peso, que con nuevos medicamentos ya es bastante difícil. Lo más adecuado sería evitar faltas graves al comer (como grasas abundantes e innecesarias) y no comer sin pensar en absoluto.
El que no tiene ganas de hacer deporte tampoco se convierte con facilidad en un aficionado (a excepción de ver el fútbol en la tele). A unos les gusta moverse y a otros no. Lo ves ya en los niños. Claro que se puede cambiar la costumbre a través de más entrenamiento y de practicar deporte con gente querida. Pero también hay razones de temperamento y experiencias de la vida que están en contra del deporte. Como mera costumbre sin estar convencido del beneficio se pierde fácilmente. No entran ganas a todos de subir las escaleras si no están acostumbrados a hacerlo. Es una pena para ellos y no les causa ningún orgullo lograrlo. Cada uno tiene que cuidar sus límites físicos también.
¿Entonces que queda para hacer?
Se trata de practicar pasos pequeños en esos grandes campos de batalla. Lo que uno aprenda y sienta que está bien se puede mantener y practicar más con más ganas. No es bueno luchar contra sí mismo sino se trata de aprender cosas que se han olvidado y que no significan obstáculos grandes. A veces se encuentran actividades divertidas de la niñez.
El comer es una cosa especialmente sensible que generalmente sólo tolera unos cambios mínimos. Por la ciencia de la diabetes y de la nutrición hoy no está prohibido nada de comer aunque no se debería comer todo en abundancia. A veces una persona descubre algo de alguna comida que nunca ha comido antes y que le sorprende como un gusto nuevo. Hay personas que empiezan a hacer un pan rico y dan recetas a todos los amigos con sonrisas felices. Pero no debe ser algo en contra de la voluntad de la persona sino un paso libre hacia delante.
Es bueno para la salud bajar los valores de azúcar en la sangre y de la hipertensión hacia lo normal, pero tampoco se debe exagerar nada. Hay que probar cómo va la vida con medicamentos nuevos y un cierto cambio de costumbres. Si causa efectos secundarios o sentimientos malos, se deberá hablar sobre esos cambios con el especialista que sabe escuchar. Siempre hay posibilidades de cambios para que uno se sienta mejor.
La persona misma tiene la responsabilidad para evitar sus propios riesgos de salud, nadie puede asumirlos por ella. Asumimos riesgos todos, con y sin la diabetes. Si unos efectos secundarios son peores que el buen efecto del tratamiento se puede pensar en dejar el medicamento y considerar el riesgo elevado. Un médico sensible siempre va a entenderlo. La vida misma está llena de riesgos y nadie sabe con certeza qué va a pasar en su futuro.
¡Tome una buena decisión que mejore la salud y la calidad de la vida a la vez! |
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