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Un cuarto de siglo con la diabetes: una historia personal
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A principios de este mes, llegó mi vigésimo quinto aniversario con la diabetes. Quisiera poder decir que pasé por este acontecimiento de alguna manera memorable, pero no fue así. Tuve que viajar a Frankfurt, Alemania para trabajar. Desembarque a las 8 am y fui directamente a una reunión que duró todo el día, pero no antes de analizar la glucosa en mi sangre: 126mg/dl. Está suficiente bien. En pocas palabras, es solo otro día con la diabetes tipo 1.
Hubo un tiempo en la historia de esta enfermedad, en el que cumplir veintecinco años era un gran logro. El Dr. Elliot Joslin empezó a regalar “medallas de victoria” a los pacientes que llevaban usando la insulina 25 años. En esa época, en el período reciente tras el descubrimiento de la insulina, el cumplir 25 años era una gran victoria. La clínica Joslin ahora regala medallas a los pacientes que han usado la insulina por 50 años o hasta 75 años, pero ya no regalan medallas por cumplir 25 años con la diabetes. Es el último signo de progreso que un cuarto de siglo ya no se ve excepcional.
Sin embargo, estaría mintiendo si le dijera que los 25 años, no significó mucho para mi. Hace tres años, hasta llamé a mi alma mater, La Universidad de Amherst, donde me diagnosticaron la diabetes durante mi primer año de estudiante, para averiguar la fecha exacta de mi diagnóstico (¡y lo sabían! el 16 de octubre.) Aunque no haya recibido medallas, pienso que las dos décadas y media, representan algo importante para mí.
El acontecimiento llega con varios sentimientos. ¿lo celebro? ¿doy un suspiro de alivio? ¿me siento que estoy en un viaje que no termina? ¿o simplemente analizo la glucosa en mi sangre para asegurar que estoy bien? Este embrollo de emociones refleja mis sentimientos contradictorios sobre la enfermedad, a la cual he dedicado mi vida profesional. Hablo constantemente de que ahora es la época más afortunada para ser diagnosticado con la diabetes, pero si me preguntan si mis hijos tienen diabetes, pues… no lo tienen. Aun así,se me forma un nudo en la garganta sobre la posibilidad, y entonces no menciono lo afortunado que es ser diagnosticado con diabetes en hoy día.
No soy nadie sin ser optimista, y a los 25 años, he visto suficiente avances, desde pequeños triunfos hasta los avances extraordinarios, como para darme esperanza para el siguiente cuarto de siglo. Pero vamos a tomar las cosas por a décadas y aquí va mi lista de deseos para los siguientes 10 años:
1. |
Un páncreas artificial híbrido.
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Progreso significante hacia la diabetes insulinodependiente.
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La aprobación del GLP-1 para diabetes tipo 1.
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4. |
La aprobación de la hormona incretina para la pre-diabetes.
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5. |
Mejor manera de administrar la insulina.
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6. |
Reconocimiento por la Medicare y sus pagadores que vamos a tener que invertir más en la diabetes antes de que podamos pagar menos.
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7. |
Impuesto sobre la soda y comidas que obviamente contribuyen a la epidemia de obesidad y subvención para las frutas y vegetales.
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8. |
Un “credencial del paciente” indicando que algunos pacientes ha recibido suficiente educación para ayudar otros.
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9. |
Mejor reembolso para los doctores y enfermeras que ayudan a los que tienen diabetes a mejor controlar su condición.
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10. |
Más incentivos para mejorar el control de la diabetes. |
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De acuerdo, es una lista de deseos muy ambiciosa, pero después de 25 años con la diabetes, una mujer puede soñar, no?
Mis sueños son grandes porque mis preocupaciones sobre el futuro son significantes. Vivo con miedo de mi oftalmólogo, Dr. De Juan, siempre me dice con una sonrisa que estoy bien, ¿pero así siempre será así? Me pregunto cuando me afectará alguna enfermedad del corazón. Aun no tomo medicamentos para el colesterol ni aspirina. No hago suficiente ejercicio (ni encuentro el tiempo para dar un paseo diario) y algunos días estoy completamente segura de que mi doctor me va a reñir por no estar conforme (Kelly, he revisado su expediente, encontré demasiadas glucemias altas…).
Pero durante todos los 25 años, más que nada, lo que siento es gratitud. Siento gratitud porque no me han diagnosticado con complicaciones y además tengo una carrera ocupada y plena haciendo lo que me encanta. Siento gratitud a mis proveedores de salud, quienes me han dado tanta orientación, (aunque no fue asi siempre) a mi familia increíble, que me hicieron dar cuenta hace 25 años que todo iba a estar bien, a mis amigos y colegas por su apoyo firme, al equipo asombroso de diaTribe, Close Concerns, dQ&A; a mis tres hijos que llenan mi corazón, y a Johnny, que gracias a ell merece la pena vivir.
Diabetes por 25 años es un camino largo y dificultoso, pero si se viaja con personas buenas, vale la pena. |
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Kelly Close, 31 oct, 2011, San Francisco, CA |
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