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Sonia Sotomayor nominada para la Corte Suprema de Estados Unidos

La nominación de la Juez Sonia Sotomayor para la Corte Suprema de los Estados Unidos resulta histórica no sólo debido a que es la primera mujer Latina nominada. Los Doctores Irl y James Hirsch resaltan los avances médicos que ayudan a una persona con diabetes para desenvolverse como un contendiente exitoso para un trabajo de alto perfil como este.

Por Irl B. Hirsch y James S. Hirsch


Especial para The Times

Hace sesenta años, el Dr. Elliot Joslin condecoraba con medallas a aquellos pacientes con diabetes que lograban exceder su expectativa de vida. De un lado, la medalla tenía grabado un niño junto a su perro, ambos en un bote justo antes del amanecer. Alrededor del borde se leía: EXPLORADORES DE MARES NO NAVEGADOS

La nominación de la Juez Sonia Sotomayor a la Suprema Corte ha convertido a la diabetes en un factor para el proceso de confirmación. Sotomayor fue diagnosticada a los 8 años de edad y es la primera nominada que vive con diabetes, y la permanencia de por vida de este puesto ha dado pie a preguntas sobre su estado de salud y le ha abierto las puertas a la crítica.

La buena noticia es que ya nadie condecora con medallas a los pacientes con diabetes por exceder sus expectativas de vida, en parte debido a que una persona con una diabetes bien controlada tiene en principio la misma expectativa de vida que una persona que no vive con diabetes. Además, los avances en el cuidado médico ha reducido de forma importante el riesgo para desarrollar complicaciones tales como ceguera y falla renal.

La diabetes tipo 1 es un desorden en el que el sistema inmunológico destruye las células beta productoras de insulina. (La forma más común de la diabetes, el tipo 2, se relaciona con ganancia de peso y edad avanzada.) Nadie ha declarado la victoria sobre la diabetes. Este padecimiento va en aumento a tazas de epidemia y representa una gran carga para los pacientes, sus familias y el sistema de salubridad en general.

Sin embargo, la nominación de la Juez Sotomayor tendrá su importancia histórica. Pensemos en que si hace 40 o incluso 20 años una mujer Latina jamás habría sido tomada en cuenta para un puesto en la Suprema Corte, tampoco hubiera sido aceptada una persona con diabetes. En aquellas épocas, la discriminación laboral era frecuente; los estigmas sociales eran frecuentes.

No fue sino hasta 1922 con el descubrimiento de la insulina que hubo un tratamiento efectivo para este padecimiento. Ser diagnosticado era igual a recibir una sentencia de muerte. Sin embargo, la insulina permitía a los pacientes vivir gracias a este fármaco milagroso, convirtiéndolos (tal como dijo el Dr. Joslin) en exploradores de mares no navegados. Pero esos mares eran muy tempestuosos.

La insulina ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre, pero durante gran parte del siglo XX, los pacientes sencillamente no contaban con las herramientas , entre ellas una forma precisa para medir los niveles de glucosa en sangre, para mantener niveles cercanos a lo normal. Se creía que aquellas personas que vivían con diabetes y que tomaban su medicamento, realizaban actividad física y seguían un plan de alimentación estarían en mejor forma, pero aún para ellos, la genética (e incluso la suerte) jugaba un papel muy importante en el desarrollo de complicaciones y en mortalidad.

El panorama comenzó a cambiar hace aproximadamente 25 años. Primero, utilizando herramientas clínicas brutas, los investigadores patrocinados por los Institutos Nacionales de Salud confirmaron que los niveles de glucosa cercanos a cifras normales efectivamente reducían los padecimientos en ojos y riñones. Este descubrimiento también aplica a otro tipo de complicaciones. Hoy en día, los pacientes cuentan con los medios para replicar de forma cercana la forma en que actúa el cuerpo de una persona sin diabetes.

Por ejemplo, las insulinas, han evolucionado de compuestos animales a soluciones sintéticas más puras y de acción más veloz. Los medidores de glucosa que encontramos hoy en día son instrumentos pequeños , delgados y rápidos cuyos números pueden descargarse, manipularse y observarse para un análisis sencillo. Las microinfusoras de insulina también se han convertido en una de las maravillas de la tecnología que permiten a los usuarios manejar de forma precisa su padecimiento. Recientemente, los sensores de medición continua en tiempo real se han convertido en una herramienta de rutina para muchos pacientes y al mismo tiempo preparan el siguiente paso: un páncreas artificial.

Pero no hay que olvidar que el buen cuidado de la diabetes requiere de recursos económicos, un equipo calificado de profesionales a cargo de la salud y mucho compromiso personal. Aún muchos pacientes permanecen lejos de la meta y nuestro sistema de salud está muy lejos de ser perfecto. Pero nuestras herramientas mejoradas están pagando los dividendos. Durante un día típico de clínica en el Centro de Diabetes de la Universidad de Washington, 9 o 10 pacientes juntos pueden sumar más de 300 años de evolución de diabetes. Los pacientes con lo que antes conocíamos como “diabetes juvenil” ahora son también pacientes de Medicina Geriátrica.

No podemos predecir qué tipo de trabajo realizará la Juez Sonia Sotomayor en la Suprema Corte de Justicia pero sabemos que el cuidado de su salud será guiado por herramientas y tecnología que ninguno de nosotros ha imaginado.

Los pacientes con diabetes aún están explorando mares nunca antes navegados pero ahora están navegando con el viento en sus espaldas.

Irl B. Hirsch, es profesor de medicina en la Universidad de Washington en Seattle. James S. Hirsch es el autor de “Engañando al Destino: Viviendo con Diabetes”.

Derechos Reservados © 2009 The Seattle Times Company

Traducción: Mariana Gómez
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