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Geri Winkler,
Un Austriaco listo para ser el primer diabético en ascender a las cumbres más altas.

¡Es excitante! grita Geri cuando está a unos pocos pasos de alcanzar la cumbre. Mirando sobre sus hombros, este hombre de 49 años tomó aire y contempló el paisaje yermo y helado que se divisaba bajo sus pies. Desolado e inhóspito no es un lugar para humanos y menos para un diabético como él. Todavía aquí, el estaba encima del pico más alto del fondo del mundo, la Antártida. Su mostacho rojo estaba congelado pero aún así sonreía, porque ahora estaba tres pasos más cerca de su sueño —ser el primer diabético en finalizar la Misión de las Siete Cúspides, conquistando la montaña más alta en cada uno de los siete continentes.—

En el pico helado de Vinson, en la Antártica, Geri Winkler, un Austriaco entrenado en los deportes al aire libre más extremos, abrió su termo -compañero de viaje inseparable- y llenó la taza con el caliente y amarillento líquido llamado Charantea, que conquistó el techo de la Antártica con su dueño. Geri lo ha estado bebiendo para mantener sus niveles de azúcar en sangre en niveles normales, a pesar de estar en las extremas condiciones del Polo Sur.

Lejos de venirse abajo por la diabetes, Geri la utiliza como una razón para espolearse a si mismo. “No dejes que la diabetes te gane la partida. Tú eres el jefe.” Uno puede sentir que detrás del hombre buscando un record del mundo aparece otra afirmación aún más importante, probar que un diabético puede vivir una vida plena y activa.

El Monte Vinson es el pico más alto en la Antártica, con 5.140 metros. Geri alcanzó su cumbre el pasado mes de diciembre, convirtiéndola en la tercera montaña de su lista. En julio de 2001 Geri empezó su gran sueño con la consecución del pico más alto de Europa, el Monte Elbrus, en Rusia, con 5.642 metros. Dos años después conquistó la cima del Aconcagua, en Argentina, que a 7.000 metros es la montaña más alta de Sudamérica.

Una vida peligrosa

La pasión de Geri por la naturaleza prima sobre los riesgos sufridos. De hecho, parece amar el estar siempre en peligro.

Fue afortunado por el hecho de que sus tres primeras ascensiones no tuvieron ningún contratiempo importante. . Todavía no había encontrado los peligros. “Hay buenas condiciones de nieve y hielo”, dijo. Geri encontró la larga ascensión al Monte Elbrus muy tediosa y complicada, lo que para un diabético podía ser doblemente dificultoso, si cabe. El día final es un inagotable ascenso de 3.800 metros hasta la cima, situada a 5.642 metros. En el descenso de la montaña, nos dijo Geri, su equipo descubrió a un escalador Danés que estaba tendido inconsciente en la pendiente cubierta de nieve. “Le encontramos con síntomas agudos del mal de altura”. En contra de los consejos de su equipo, este hombre había intentado alcanzar la cumbre sólo, pero el agotamiento le cogió antes. “Él habría muerto unos minutos más tarde si no le hubiéramos encontrado.” El Danés sobrevivió. En sus recuerdos posteriores, Geri imaginó que ese hombre habría podido ser él.

En el Aconcagua el ascenso fue duro y acompañado por vientos que azotaban su cara a 100 km/h. Podrían lastimar los ojos si no estuvieran protegidos. El viaje Antártico no fue ni mucho menos sencillo. Aunque el Monte Vinson es técnicamente una montaña fácil –sobresale sólo unas 100 estatuas de la libertad puestas una encima de otra-, la temperatura es engañosa. Sin previo aviso, puede descender 45º C en apenas unos minutos, dejándote desprevenido y vulnerable contra la escarcha letal.

El último reto de Geri - La extraordinaria Antártida

Interminables vistas de hielo azul y nieve. Ésta fue la última aventura de Geri. Su equipo de expedición estaba compuesto por un Austriaco, un Japonés, un Libanés, un Canadiense y dos escaladores Británicos, que pasaron las últimas navidades bajo el cielo gris de la Antártida.

Un avión de carga que despegó desde Punta Arenas, Chile, la ciudad más al sur del mundo, fue la única posibilidad que Geri y su equipo tuvieron para ser trasladados, junto con su equipo, al continente Antártico. Era temprano por la mañana cuando el pesado avión ruso Iljuschin tocó suelo, provocando el contacto de las ruedas con el hielo un sonido estridente, como si se hubiera abierto el suelo. La bestia gigante redujo velocidad hasta pararse y, lentamente, comenzó a bajar su puerta de carga. El equipo miró fuera y, como la tenue luz del sol hizo en el interior del avión, el equipo vislumbró la última frontera. Bienvenidos a la Antártica.

Con poco tiempo para descansar, el equipo fijó el campamento base en las colinas Patriot, en la base de la ascensión a los 4.897 metros del monte Vinson. La ciudad más cercana es el Polo Sur. A última hora de la tarde Geri y su equipo se sirvieron bebidas calientes y durmieron plácidamente. “Desde aquí sólo hay un día”, escribió Geri en su diario. El siguiente día, mientras el equipo se acercaba al polo para el ascenso, ellos percibieron una de las peculiaridades de la Antártica. El sol nunca se pone y la luna siempre está ausente. La explicación es sencilla. El Polo Sur está enfrentado al sol todo el año y la luna no cruza los polos.

Durante cinco horas el equipo viajó por las anchas franjas de los viejos glaciares. Geri comentó que tenían que asegurarse a si mismos y afianzarse a los trineos para evitar caer en las grietas que aparecían sin previo aviso a su paso. Al final del día, ellos habían alcanzado los 3.000 metros de altitud. Era tiempo de establecer el campamento. Mañana sería día 25 de diciembre, literalmente las Navidades más blancas que habían tenido nunca.

Durante los siguientes tres días el equipo lucharía por llegar a la cima, superando el viento helado y las empinadas cumbres. Tuvieron, incluso, que apearse de los trineos cuando la pendiente alcanzó los 50 grados. Desde este momento ellos tuvieron que llevar su equipaje a mano.

A medida que ascendían más alto, la temperatura ambiente bajaba rápidamente. El frío empezaba a angustiar a Geri. Siguieron todos adelante. El silencio envolvía al equipo, interrumpido solo por el sonido del helado viento. Geri estaba cumpliendo su sueño, pero el camino todavía duraría siete horas hasta alcanzar la cumbre.

Finalmente, después de seis días de dura ascensión a la fría montaña, el equipo tocó el techo del monte Vinson. ¡Estamos en el pico más alto de la Antártica!, exclamó Geri. “Nos sentimos bien, contentos”. Después de una pausa, el equipo tomó alguna instantánea, maravillado por el blanco escenario y felicitándose mutuamente. Ellos habían conquistado la Antártica. Siguiente montaña, por favor.

Geri ha tenido sucesos trágicos antes de asumir el reto de la ascensión a las Siete Cumbres. “Fui capturado dos veces por guerras tribales”, dijo rememorando sus viajes a la jungla. Una vez, cruzó un río lleno de cocodrilos en Angola para escapar de grupos armados. También se estrelló con su parapente a 40 metros del suelo y escapó de una avalancha en Perú por sólo 5 metros. Los deportes al aire libre son peligrosos. Cualquiera que los quiera practicar debe asumir sus consecuencias.

¿Lo hará Geri?

Su intento de fijar el record del mundo de ser el primer diabético en conquistar los picos más altos de las siete continentes está cerca del ecuador. Siga sus viajes cuando se embarque, una vez más, a escalar el Monte McKinley, este verano en Alaska, la cuarta etapa de su intento de record: Misión de las Siete Cúspides.

Biografía

Nombre: Geri (Gerhard) Winkler
Nacionalidad: Austriaco
Fecha de nacimiento: 13 de abril de 1956
Profesión: Deportista de aventura y profesor de instituto.
Diabetes Tipo 1: Desde 1984
Idiomas: Alemán (excelente), Inglés (bien), Francés (bien), Español (básico)
Estado familiar: Un hijo (varón), soltero
Datos de contacto: Gerhard Winkler
Kreindlgasse 1b/10, A-1190 Vienna,
Teléfono: +43-1-369 07 06,
Email: gerhardwinkler@hotmail.com
Traducción: Maximino Fernández
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