Fue diagnosticada con diabetes tipo I hace 16 años cuando todavía estaba en la escuela superior. “Había estado enferma durante mucho tiempo”, dice Heidi. ”Pensé que se trataba de stress debido a los rigores de la academia. Mi novio, Bill, quien es ahora mi esposo, vino a visitarme y vio que había bajado drásticamente de peso. Me llevó a casa. Mis padres, Gordon y Jean Lang, son patólogos. Me vieron en esas condiciones y me llevaron al hospital. Mi glucemia estaba en 800”. “Realmente me sentí aliviada, dice Heidi. “Estaba en la sala de emergencias con otra mujer enferma. Resultó que ella tenía leucemia. Así que tome una actitud positiva desde el principio.”
“Si preparas tu mente puedes lograr cualquier sueño aun con diabetes.”
“Padecía de algo que podía controlar. Podía continuar mis estudios y graduarme, casarme y vivir una vida normal.”
Luego que fue diagnosticada. Heidi se casó y en el primer año y medio de casada tuvo su primer niño, Dominic, quien tiene ahora 14 años. Su segundo hijo, Stefano, tiene 11.
“Tener un buen control de mi diabetes fue necesario antes de pensar en estar embarazada”, dice Heidi, “estoy orgullosa de mis hijos y orgullosa de saber que la diabetes fue un obstáculo que pude vencer”.
Heidi jugó fútbol durante la escuela y todavía corre todos los días. En 1995 corrió el Maratón de la Abuela en Duluth, Minnesotta. “Mi esposo corrió cada paso conmigo”, dice Heidi. “El llevó mi glucómetro. Yo estaba bien preparada tanto físicamente como en el aspecto de mi diabetes, y finalicé en 4 horas y 22 minutos. Fue un gran logro para ambos”.
Cinco años más tarde, Heidi cambió de las inyecciones a la bomba de insulina, y ella es una gran fanática de la bomba. De hecho, hace bromas y se pone sobrenombres en relación a su bomba.
“Mi esposo y yo recientemente abrimos un nuevo negocio, es un restaurante en Loretto Minnesotta, en las afueras de Minneapolis. No se si esto hubiese sido posible sin la bomba. Trabajando en un restaurante una nunca sabe si va a comer a una hora específica o si no va a poder comer. Con la bomba eso está bien. No tengo que vivir por el reloj o vivir al ritmo de mis inyecciones de insulina. Durante 10 años tuve que levantarme a la hora exacta cada día. Ahora puedo dormir más. Con las inyecciones, la diabetes me controlaba a mí, con la bomba yo soy la que controlo la diabetes”.
“En los últimos 16 años he visto mucho progreso”, dice Heidi, “hemos avanzado tanto, así que ¿por qué no estar optimistas? Tenemos tantas herramientas para vivir una vida feliz y saludable. Creo que la cura esté en un futuro muy cercano”.
¿El consejo de Heidi para otros con diabetes?
“Agarren el toro por los cuernos”, dice Heidi, “estudien y aprendan acerca de la diabetes y ustedes podrán controlarla. Si ponen su mente en eso pueden alcanzar cualquier sueño con diabetes. Ser positivos es la clave”. |
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