Roy Cross es el australiano más anciano con diabetes tipo 1, cumplió 101 años en mayo de 2002.
Desde su diagnóstico en 1938, ha recibido más de 45.000 inyecciones de insulina, y podríamos perdonarle que se sienta como un acerico humano. "Es bastante increíble cuando lo sumas todo", afirmó el Sr. Cross. "Pero tener diabetes no ha sido siempre malo. Me permitió conocer a mi esposa, Muriel: era mi enfermera." El Sr. Cross, su esposa y sus dos hijas vivían en Queensland, en donde trabajaba como granjero y viajante de comercio.
Los avances en el control de la diabetes han facilitado las cosas. "Las agujas hoy día son mucho más finas, así que no son tan dolorosas como antes y el proceso para analizarse el azúcar en sangre es también mucho menos complicado," dijo el Sr. Cross. "Yo solía tener que analizar mi orina mezclándola con una solución, calentando el tubo de ensayo y esperando para ver si había un cambio de color."
En el pueblo de retiro en donde vive hoy el Sr. Cross con su esposa el menú es principalmente vegetariano, con platos de carne o pescado que se sirven una vez a la semana. El Sr. Cross está convencido de que el haber sido vegetariano, no haber fumado ni bebido, y caminar al menos un kilómetro al día, le ayudó a llegar a su centésimo cumpleaños el pasado mayo con una salud de hierro. En 1998, el Sr. Cross recibió una medalla conmemorativa para marcar su LX aniversario con diabetes tipo 1.
Un triunfo sobre una grave enfermedad
Las rica y satisfactoria vida de el Sr. Cross es un triunfo a lo largo de décadas de diabetes. Sin embargo, no todas las personas que tienen la afección son tan afortunadas. La diabetes sigue siendo la novena causa de muerte entre los australianos y las complicaciones de la diabetes cuestan al país alrededor d 1,2 billones de dólares australianos (unos 600 millones de dólares estadounidenses) cada año. Los políticos y el público en general tienen una lección que aprender de los beneficios que llevar una vida sana ha tenido para el Sr. Cross. |
Fuente: IDF bulletin |
