|
 |
|
Estación de Borneo
|
Demostrar que la diabetes no tiene por qué levantar barreras era el objetivo de la expedición que convirtió a Yaiza una joven asturiana, Emilio un leonés y Azucena una madrileña, todos ellos insulino dependientes, en lo primeros diabéticos españoles que han pisado el Polo Norte. Aquí el relato de nuestra hazaña.
La Fundación para la Diabetes no se lo pensó dos veces. Quería demostrar que un diabético insulino dependiente puede llegar a donde se proponga. ¿Al Polo Norte?. Pues allí nos vamos.
Con este gesto Yaiza, Azucena y Emilio, tres jóvenes con diabetes dependientes de insulina, han querido poner de manifiesto que la diabetes NO constituye una barrera insuperable para el desarrollo profesional, social e incluso deportivo de las personas afectadas.
El grupo partió el 2 de abril de 2002 de Barajas rumbo a Moscú, para llegar a Krasnojark (Siberia Central), Katanga (círculo polar ártico) y al Polo Norte.
Un equipo de televisión española acompañaría a la expedición, para ser testigo a partir de ese mismo día de todas las vivencias de estos jóvenes.
Al poco de aterrizar en Rusia, la expedición Diabetes 90º Polo Norte realizó su primera parada en la Asociación de Diabéticos de Moscú, visita obligada para conocer la realidad de la enfermedad en este país.
Con 8 millones de habitantes, hay 150.000 diabéticos diagnosticados pero creen que más de 600.000 que no saben que tienen la enfermedad.
El principal problema de estos pacientes es el alto precio de los medicamentos y el desabastecimiento. La insulina en Moscú se compra sin problemas pero hay muchas dificultades para encontrarla en el resto del país, sobre todo en las aldeas más alejadas.
Elvira Goustova, presidenta de la A.D de Moscú y Vicepresidenta de la Federación Rusa de Diabéticos aseguró que "la idea era una excelente oportunidad de contar al mundo lo que son capaces de hacer los diabéticos".
Para finalizar el día realizamos una visita turística por la ciudad, conocimos el Kremlin, la Plaza Roja, la Armería, diversas basílicas y estuvimos en la corresponsalía de radio nacional de España en Moscú desde donde hablamos en el programa de Nieves Herrero. El cuerpo ya se empezaba a acostumbrarse a la falta de sueño y al cambio climatológico -el termómetro marcaba 12 grados bajo cero-. Los tres diabéticos siempre llevábamos una riñonera con un glucómetro, insulina y avituallamiento «por si nos daba un bajón».
|
 |
|
Plaza Roja de Moscú
|
La expedición se trasladaba en avión a Krasnojarsk, capital de la región central de Siberia. Cuando llegamos, era de noche cerrada. «Pero la gente del pueblo nos fue a ver como si fuéramos famosos». Había corrido la voz de que unos diabéticos españoles querían ir la Polo.
En esta ciudad visitamos varios hospitales que nos marcaron un antes y un después. Todos quedamos impresionados de la situación de los diabéticos en Rusia, «pasan la vida ingresados en hospitales» y son considerados minusválidos en el país.
Los médicos y los pacientes se quedaron muy sorprendidos ante la capacidad de autocontrol de Azucena, Emilio y Yaiza, así como de la idea de llegar hasta el Polo Norte.
Antes de partir hacia el Polo cenamos con el Presidente de la DUMA (Parlamento) de Krasnojark Krai, Alexander Us, y otras autoridades económicas y sociales de la región.
En Krasnojark, una ciudad de 900.000 habitantes, donde el turismo simplemente no existe, tuvimos la oportunidad de asistir a las clases de español que se imparten en la universidad y responder al aluvión de preguntas que nos hicieron sobre nuestro país.
Todos quedamos muy impresionados de la hospitalidad y el cariño con que fuimos recibidos en la universidad al igual que en días anteriores en los encuentros con personas diabéticas en el Hospital General y el Hospital Infantil de la misma ciudad.
|
 |
|
Cueva de un mamut en Katanga
|
Vuelo a katanga. El Polo Norte estaba cada vez más cerca, todos nos poníamos nerviosos. Del albergue de Katanga, a la estación de Borneo, donde un helicóptero nos trasladó a nuestro destino. A las tres de la madrugada tras una falsa alarma debido al temporal, con 28 grados bajo cero, alcanzamos 90º latitud norte.
Durante las tres horas que estuvimos sobre los glaciares del Ártico llevábamos pegado al cuerpo la insulina para que no se congelase y tuvimos que pincharnos por encima de la ropa.
Pudimos comprobar una inmensa llanura blanca y helada donde rotan pequeñas crestas de presión y un sol que iluminaba el hielo azul.
Nos sorprendió la sensación de pisar un océano helado que crujía bajo nuestros pies, el estar en uno de los lugares más míticos de la tierra y el haber cumplido sin contratiempos el objetivo que nos habíamos marcado.
Por fin habíamos cumplido nuestro objetivo. Allí pudimos disfrutar de un sol espléndido porque en esta época del año en el Polo Norte hay 24 horas de luz, no hay noche.
A pesar del frío, los cambios en las comidas y los viajes maratonianos en avión (en 36 horas recorrimos 3.800 km, de ida y otros 3.800 de vuelta) hemos tenido un buen control de la diabetes.
Y ...punto final.
|
 |
|
En la superficie del Polo Norte (Yaiza)
|
"Se puede vivir perfectamente con diabetes. Al principio se te echa un poco el mundo encima, pero no pasa nada... Yo soy un ejemplo más, y también lo son mis compañeros. Si hemos llegado hasta el Polo Norte, significa que podemos hacer cualquier cosa"
Azucena de Francisco
"El viaje ha sido realmente alucinante, una gran experiencia que nunca olvidaré. He aprendido muchas cosas de mis compañeros Azucena y Emilio sobre la diabetes. Lo que me gustaría decir a otra gente diabética, sobre todo a los jóvenes, es que no se repriman en ninguna situación, sino que tengan confianza en sí mismos que la diabetes no tiene por qué ser un obstáculo son todo lo contrario, es la excusa para demostrarte a ti y los demás que lo puedes hacer."
Yaiza García Fernández
"Viajar es ante todo, abrirse al mundo y tanto lo hemos buscado, que casi nos salimos de él. Me hubiera gustado haber sabido de un viaje similar hace nueve años, cuando me dijeron que a partir de ese momento, era diabético."
Emilio Valdés
Había llegado el momento de volver sobre nuestros pasos. El viernes 12 de abril de 2002 la expedición aterrizaba en le aeropuerto de Barajas, en Madrid |