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Infecciones del Tracto Urinario en Adultos

Las infecciones del tracto urinario son un serio problema de salud que afecta a millones de personas cada año. Estas infecciones del tracto urinario son muy frecuentes y solamente son superadas por las infecciones respiratorias. En 1997, las infecciones del tracto urinario suponían, aproximadamente, 8,3 millones de visitas a las consultas médicas.

Las mujeres son especialmente propensas sin que las razones sean muy claras. Una de cada cinco mujeres desarrolla una infección urinaria a lo largo de su vida. En los hombres no son tan frecuentes, pero cuando suceden pueden ser muy serias.

El aparato urinario está formado por los riñones, uréteres, vejiga urinaria y uretra. Los elementos principales del sistema son los riñones, dos órganos marrón-morado localizados debajo de las costillas y hacia la mitad de la espalda. Los riñones expulsan el exceso de líquido y desechos de la sangre en forma de orina, mantienen un equilibrio estable de sales y otras sustancias en la sangre y producen una hormona que ayuda a la formación de los glóbulos rojos. Los uréteres son unos tubos estrechos que llevan la orina de los riñones a la vejiga, una bolsa triangular en el bajo abdomen. La orina se almacena en la vejiga y se vacía a través de la uretra.

El adulto medio genera 400 ml. a 1500 ml. de orina al día. La cantidad de orina varía en función de los líquidos y comidas que la persona consuma. Por la noche se forma, aproximadamente, la mitad de volumen de la orina diaria.

¿Cuáles son las causas de las infecciones del tracto urinario?

La orina normal es estéril. Contiene líquidos, sales y productos de desecho, pero está libre de bacterias, virus y hongos. Una infección se produce cuando los microorganismos, generalmente bacterias del tracto digestivo se pegan a la salida de la uretra y empiezan a multiplicarse. La mayoría de las infecciones surgen de un tipo de bacteria, Escherichia coli (E. coli), que normalmente vive en el colon.

En la mayoría de los casos, las bacterias comienzan creciendo en la uretra. Una infección limitada a la uretra se llama uretritis. De ahí, a menudo, las bacterias se mueven a la vejiga, causando una infección de vejiga (cistitis). Si la infección no se trata rápidamente las bacterias pueden subir hacia los uréteres e infectar a los riñones (pielonefritis). Los microorganismos llamados Chlamydia y Micoplasma pueden causar infecciones urinarias tanto en hombres como en mujeres, pero estas infecciones tienden a permanecer limitadas a la uretra y sistema reproductor. A diferencia de E. coli, Chlamydia y Micoplasma pueden ser transmitidas sexualmente y requieren tratamiento para la pareja.

El aparato urinario está estructurado de forma que ayuda a prevenir las infecciones. Los uréteres y la vejiga, normalmente, impiden que la orina retroceda hacia los riñones y la propia circulación de la orina de la vejiga ayuda a expulsar a las bacterias del cuerpo. En los hombres, la próstata produce secreciones que ralentizan el crecimiento de bacterias. En ambos sexos, las defensas inmunológicas también previenen la infección. Pero, a pesar de estas salvaguardas, las infecciones existen.

¿Quién está en riesgo?

Algunas personas son más propensas a tener infecciones urinarias que otras. Cualquier anormalidad del tracto urinario que obstruya la circulación de la orina (una piedra de riñón, por ejemplo) favorece una infección. Una glándula prostática inflamada también puede dificultar la circulación de la orina y, de ahí, aumentar el riesgo de infección.

Los catéteres, tubos situados en la vejiga, son origen frecuente de infección. Una persona que no pueda orinar o que esté inconsciente o gravemente enferma necesita, a menudo, tener colocado un catéter durante largo tiempo. Algunas personas, especialmente los ancianos o aquellas que sufren desórdenes del sistema nervioso y pierden el control de la vejiga pueden necesitar un catéter de por vida. Las bacterias en el catéter pueden infectar la vejiga, por lo que el personal de los hospitales pone especial cuidado en mantener estéril el catéter y quitarlo tan pronto como sea posible. Las personas con diabetes tienen un riesgo más alto de infecciones urinarias debido a los cambios en el sistema inmunológico. Cualquier desorden que suprima el sistema inmune incrementa el riesgo de infección urinaria.

Las infecciones urinarias pueden ocurrir en niños que nazcan con anormalidades del tracto urinario y, a veces, necesitan ser corregidas con cirugía. Estas infecciones se ven pocas veces en adolescentes y chicos jóvenes. En mujeres, sin embargo, el porcentaje aumenta gradualmente con la edad. Los científicos no están seguros de por qué las mujeres tienen más infecciones que los hombres. Un factor puede ser que la uretra de la mujer es más corta permitiendo a las bacterias un acceso más fácil a la vejiga. Además, la abertura de la uretra está cerca de las fuentes de bacterias del ano y de la vagina. Para muchas mujeres, las relaciones sexuales pueden desencadenar una infección, aunque las razones para esta asociación no están claras.

De acuerdo con varios estudios, existen más posibilidades de desarrollar una infección para las mujeres que usen el diafragma como método anticonceptivo que para las que usen otros métodos. Recientemente, los investigadores descubrieron que las mujeres cuya pareja usa condón con espermicida también tienden a desarrollar la bacteria E. coli en la vagina.

Infecciones recurrentes

Las mujeres padecen infecciones urinarias más frecuentemente. Casi el 20% de mujeres que tienen una, tendrán otra y el 30% de éstas aún tendrán otra. De este último grupo, el 80% tendrán nuevos episodios.

Generalmente, la nueva infección deriva de un tipo de bacteria diferente de la anterior, indicando ser otra infección distinta. (Incluso cuando varias infecciones seguidas se deban a E. coli, ligeras diferencias en las bacterias indican infecciones distintas). Una investigación realizada por el Instituto Nacional de la Salud sugiere que un factor importante de estas infecciones recurrentes puede ser la facilidad de las bacterias para adherirse a las células del tracto urinario. Un reciente estudio, encontró que las bacterias formaban una película protectora sobre el revestimiento interior de la vejiga en ratones. Si puede ser demostrado un proceso similar en los humanos, el descubrimiento puede llevar a nuevos tratamientos para prevenir infecciones recurrentes. Otra línea de investigación ha indicado que las mujeres que son “no-secretoras” de ciertos grupos de antígenos en sangre pueden ser más propensas a estas infecciones recurrentes, porque las células que revisten la vagina y la uretra pueden permitir que las bacterias se adhieran más fácilmente. Una investigación posterior mostrará si esta asociación resulta útil para identificar a las mujeres con alto riesgo para estas infecciones.

Infecciones en el embarazo

Las mujeres embarazadas no son más propensas a infecciones urinarias que las que no lo están. Sin embargo, cuando ocurre es más probable que llegue a los riñones. De acuerdo con algunos informes, aproximadamente del 2 al 4 por ciento de mujeres embarazadas desarrollan una infección urinaria. Los científicos piensan que los cambios hormonales y los movimientos en la posición del tracto urinario durante el embarazo facilitan la llegada de bacterias a los uréteres y los riñones. Por esta razón, muchos médicos recomiendan análisis periódicos de orina.

¿Cuáles son los síntomas de la infección urinaria?

No todo el mundo con infección urinaria tiene síntomas, pero la mayoría tiene alguno. Esto puede incluir la necesidad frecuente de orinar y escozor en la vejiga y la uretra en la micción. También es frecuente sentirse mal, muy cansado, intranquilo y tener dolor incluso sin micción. A menudo las mujeres sienten una presión incómoda por encima del hueso púbico y algunos hombres sienten hinchazón en el recto. Es frecuente que, con una infección urinaria, la persona se queje de que, a pesar de sentir una fuerte necesidad de orinar, solo expulsa una pequeña cantidad de orina. La orina puede parecer lechosa y turbia, incluso de color rojo si hay sangre. Si hay fiebre, puede significar que la infección ha llegado a los riñones. Otros síntomas de infección en el riñón pueden ser dolor en la espalda o bajo las costillas, náuseas o ganas de vomitar.

En los niños, los síntomas de infección urinaria pueden ser pasados por alto o atribuidos a otras causas. Una infección urinaria debe tenerse en cuenta cuando el niño está irritable, no come normalmente, tiene fiebre injustificada y persistente, tiene incontinencia o blando el vientre o no está creciendo. El niño debería ser visto por un médico si hay alguna duda sobre la posibilidad de que tenga alguno de estos síntomas, especialmente algún cambio en las costumbres urinarias del niño.

¿Cómo se diagnostica una infección urinaria?

Para saber si tienes una infección urinaria tu médico analizará una muestra de orina para comprobar la posible existencia de pus y bacterias. Se te pedirá que cojas una muestra limpia en un frasco estéril, habiendo lavado bien la zona genital y recogiendo la muestra en la mitad de la micción. (Este método de recoger orina ayuda a impedir que las bacterias que rodean la zona genital entren en la muestra y puedan confundir los resultados de la prueba). Normalmente, la muestra se envía a un laboratorio, aunque algunas consultas médicas están equipadas para poder realizar la prueba.

En el test urinario, se examina la orina por los glóbulos rojos, blancos y las bacterias. Luego, las bacterias se cultivan y se prueban con diferentes antibióticos para ver cuál las puede destruir mejor. Este último paso es llamado test de sensibilidad.

Algunos microbios, como Chlamydia y Micoplasma, pueden detectarse solamente con cultivos bacteriológicos especiales. El médico presume una de estas infecciones cuando la persona tiene síntomas de infección urinaria y pus en la orina, pero algunas bacterias no se desarrollan en un cultivo standard.

Cuando una infección no se cura con el tratamiento y es localizada como el mismo tipo de bacteria, el médico pedirá una prueba con imágenes del tracto urinario. Una de estas pruebas es un pielograma intravenoso (IVP), que obtiene imágenes de rayos X de la vejiga, los riñones y uréteres. Se inyecta en vena un tinte opaco, visible a los rayos X, y se toman una serie de radiografías. La película muestra un contorno del tracto urinario, revelando incluso pequeños cambios en la estructura del tracto.

Si tienes infecciones recurrentes, tu médico también puede recomendar un examen de ultrasonidos, que obtiene imágenes de los órganos internos a través del eco de las ondas de sonido. Otra prueba útil es la citoscopia. El citoscopio es un tubo con varias lentes y una fuente de luz que permite al médico ver dentro de la vejiga y la uretra.

¿Cómo se trata una infección urinaria?

Las infecciones urinarias son tratadas con medicamentos contra las bacterias. La elección del medicamento y su cantidad depende del historial del paciente y el resultado de las pruebas que identifique el tipo de bacteria. El medicamento más recurrido para tratar las infecciones comunes y no complicadas es Trimetroprim (Trimpex), trimetropim/sulfamethoxazole (Bactrim, Septra, Cotrim), amoxicillin (Amoxil, Trimox, Wymox), nitrofurantoin (Macrodantin, Furadantin) y ampicillin. Un tipo de medicamentos llamados quinolones incluye cuatro medicamentos aprobados recientemente para el tratamiento de infecciones urinarias. Estas incluyen ofloxacin (Floxin), norfloxacin (Noroxin), ciprofloxacin (Cipro) y trovafloxin (Trovan).

A menudo una infección puede curarse con uno o dos días de tratamiento si la infección no se complica por una obstrucción o problema nervioso. Sin embargo, muchos médicos pedirán a sus pacientes que tomen los antibióticos por una o dos semanas para asegurar la curación total de la infección. Un tratamiento monodosis no se recomienda para algunos grupos de pacientes, por ejemplo, para aquellos que han retrasado el tratamiento o tienen síntomas de infección renal, pacientes con diabetes o problemas estructurales u hombres que tengan infección de próstata. Se necesita, también, un tratamiento más largo en pacientes con infecciones causadas por Micoplasma o Chlamydia, que son generalmente tratados con tetracyclina, trimetropim/sulfamethoxazole o doxycycline. Un análisis posterior ayuda a confirmar que la infección ha desaparecido. Es importante seguir el tratamiento completo porque los síntomas pueden desaparecer antes de que la infección se haya curado del todo.

Los pacientes más graves, con infecciones de riñón, pueden ser hospitalizados hasta que puedan tomar los líquidos y la medicación necesaria por ellos mismos. Las infecciones de riñón requieren, generalmente, varias semanas de tratamiento con antibióticos. Investigadores de la Universidad de Washington encontraron que la terapia de dos semanas con TMP/SMZ era tan efectiva como el tratamiento de seis semanas con la misma medicación en mujeres con infecciones de riñón que no implican una obstrucción o problema nervioso. En estos casos, las infecciones raras veces llegan a dañar al riñón, a no ser que no sean bien tratadas.

Existen fármacos disponibles para aliviar el dolor de la infección. También puede ayudar una almohadilla eléctrica. La mayoría de los médicos sugieren que beber mucho agua ayuda a limpiar el tracto urinario de bacterias. Durante el tratamiento, lo mejor es evitar el café, el alcohol y las comidas picantes. Y una de las mejores cosas que un fumador puede hacer por su vejiga es dejar de fumar. Fumar es la mayor causa conocida del cáncer de vejiga.

Infecciones recurrentes en las mujeres

Las mujeres que hayan tenido tres infecciones de orina es probable que continúen teniéndolas. Cuatro de cada cinco pacientes tienen otra infección en los dieciocho meses siguientes a la última. Muchas mujeres las tienen incluso más a menudo. Una mujer que tiene frecuentes recaídas (tres o más al año) debería preguntar a su médico acerca de las siguientes opciones de tratamiento:

•  Tomar dosis bajas de un antibiótico como TMP/SMZ o nitrofurantoin diariamente, durante seis meses o más. (Si se toma a la hora de acostarse, el fármaco permanece en la vejiga más tiempo y puede ser más efectivo) Una investigación de la Universidad de Washington ha mostrado que esta terapia es efectiva sin causar serios efectos secundarios.

Tomar una dosis de un antibiótico después de una relación sexual.

Tomar los antibióticos un corto periodo (uno o dos días), cuando aparecen los síntomas.

Hoy día están disponibles, sin receta, tiras reactivas que cambian de color cuando hay una infección. Las tiras detectan los nitritos que se forman cuando las bacterias cambian los nitratos de la orina en nitritos. El test puede detectar, aproximadamente, el 90% de las infecciones cuando se usa con la primera orina de la mañana y puede ser útil para mujeres que tengan infecciones recurrentes.

Los médicos sugieren algunos pasos adicionales que una mujer puede seguir para evitar una infección:

•  Beber mucha agua al día.

Tomar los antibióticos un corto periodo (uno o dos días), cuando aparecen los síntomas.

Orinar cuando surge la necesidad, no contenerla.

Lavarse de delante hacia atrás para impedir que las bacterias que haya en la zona del ano entren en la vagina o en la uretra.

Ducharse en vez de bañarse.

Limpiar la zona genital antes de una relación sexual.

Evitar el uso de sprays de higiene personal y sales de baño que puedan irritar la uretra.

Algunos médicos aconsejan beber zumo de arándanos.

Infecciones en el embarazo

Una mujer embarazada que desarrolle una infección urinaria debería ser tratada rápidamente para evitar un parto prematuro u otros riesgos como presión arterial alta. Algunos antibióticos no son seguros en el embarazo. Al elegir los mejores tratamientos, los médicos consideran factores como la eficacia del fármaco, el periodo de embarazo, la salud de la madre y los efectos potenciales en el feto.

Infecciones complicadas

La curación de infecciones que deriven de una obstrucción urinaria o problema nervioso va en función de encontrar y corregir la causa fundamental, a veces con cirugía. Si la causa principal no es tratada, este grupo de pacientes corre el riesgo de daño renal. Además, estas infecciones surgen de una mayor variedad de bacterias y, a veces, de más de un tipo de bacteria a la vez.

Infecciones en los hombres

Las infecciones en los hombres derivan, generalmente, de una obstrucción –por ejemplo, de un cálculo renal, de una próstata inflamada o de un tratamiento que implique un catéter. El primer paso es identificar el órgano que infecta y los fármacos a los que es sensible. Normalmente, los médicos recomiendan terapias más largas en hombres que en mujeres, en parte para prevenir infecciones en la glándula prostática.

Las infecciones en la próstata (prostatitis crónica) son más difíciles de curar porque los antibióticos son incapaces de penetrar eficazmente en el tejido infectado. Por esta razón, los hombres con prostatitis, a menudo, necesitan un tratamiento a largo plazo con un antibiótico cuidadosamente elegido. Las infecciones en los hombres están frecuentemente asociadas a prostatitis aguda, lo que puede traer problemas si no se tratan inmediatamente.

¿Existe alguna vacuna para prevenir infecciones urinarias recurrentes?

En el futuro, los científicos pueden desarrollar una vacuna que pueda impedir las infecciones recurrentes. En diferentes estudios, los investigadores han encontrado que los niños y las mujeres que tienen infecciones urinarias repetidamente es, a veces, por la carencia de unas proteínas llamadas inmunoglobulinas que combaten la infección. Los niños y mujeres que no tienen infecciones urinarias, probablemente, tienen niveles normales de inmunoglobulinas en su tracto urinario.

Pronto las investigaciones traerán una vacuna que ayude a los pacientes a generar una defensa natural contra las infecciones. Las bacterias muertas con la vacuna no se extenderán como en la infección; por el contrario, avisarán al organismo para generar anticuerpos que pueden después luchar contra los microbios vivos. Los investigadores están probando vacunas inyectadas y orales para saber cuál es mejor. Otro método que está siendo considerado para la mujer es aplicar la vacuna directamente, como supositorio, en la vagina.
Fuente: NIH
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