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Escuchar a una persona que tiene diabetes puede convertirse en un valioso regalo y la escucha significa que escuchamos sin juzgar ni aconsejar ni tan siquiera intentar dar soluciones.
Cuando escuchamos de esta manera, nos solidarizamos y respetamos a la persona, reconociendo que su experiencia es única. Una de las mejores maneras de conocer si nos aprecian es saber cuánto se interesan y preocupan por nuestras preocupaciones y problemas. Ofrecer el regalo de la escucha significa que escuchamos a los demás porque nos importan y quisiéramos comprender cómo se sienten y lo que piensan. Cuando escuchamos realmente a otro sin expresar nuestras opiniones, sin ofrecer nuestros consejos, le estamos enviando un poderoso mensaje. Estamos diciéndole en realidad que "nos importa" y que lo que es importante para él, lo es para nosotros también.
Cuando la otra persona se siente realmente escuchada, esto le va a permitir poder contarnos sus vivencias tal y como las siente, en vez de relatarlas disfrazadas para ganar nuestra aprobación y evitar nuestra crítica. Cuando alguien con diabetes sabe que nosotros le aceptamos digan lo que digan entonces ya no les preocupará hablarnos de su diabetes de modo que evite ser juzgado. Además, cuando escuchamos sin juzgar a otra persona eso le facilita que empiece a escucharse a sí mismo. Sólo con sentirse escuchados, hace que se puedan crear nuevas oportunidades para tener otra visión de sus sentimientos y actitudes hacia la diabetes. El mirarse hacia dentro muchas veces ayuda a las personas a resolver problemas y a desvelar nuevas posibilidades. Por ejemplo una de nuestras pacientes revelaba sus dificultades con su nuevo tratamiento de 4 pinchazos de insulina al día con un amigo que se limitaba a escucharle. Después de escucharse a sí misma y descubrir su situación que en realidad estaba teniendo problemas porque estaba molesta con su médico por haberle cambiado de un tratamiento con una sola inyección a cuatro al día, y una vez que averiguó que su problema procedía de su propia rabia, entonces fue capaz de resolver el problema comentando con su médico sus sentimientos.
Hay dos razones por las que vemos tan pocos ejemplos de escucha en la vida cotidiana. La primera razón es que en la mayoría de las conversaciones escuchamos una pequeña parte del tiempo y hablamos el resto. En la conversación normalmente dedicamos mucho más tiempo pensando lo próximo que vamos a decir en vez de escuchar atentamente lo que la persona nos está diciendo. La segunda razón porque la que en las conversaciones normales de cada día es porque realmente respondemos a lo que otra persona nos dice, dándoles nuestra opinión u ofreciéndole nuestro consejo. Esto, normalmente lleva al que hable a centrarse en las opiniones o consejos de la otra persona en vez de limitarse a expresar sus ideas y sentimientos.
Los buenos escuchadores son muy apreciados y son muy buscados por todo el mundo, cualquiera de nosotros que quiera puede llegar a ser un buen escucha después de que nos lo hayamos propuesto y no hayamos dedicado a ello. Lo que tenemos que hacer es quitarnos de encima nuestro hábito de conversación cotidiana y ponernos en situación de un buen escucha. Muchas personas con diabetes, frecuentemente manifiestan que tienen muy pocas oportunidades de hablar sobre lo que significa vivir con diabetes a alguien que simplemente escuche sin dar opiniones ni consejos. Si queremos ofrecer el regalo de la escucha a una persona con diabetes, podemos por ejemplo preguntar: Que es lo peor de vivir con diabetes? ó Que es lo que más me gustaría que la gente comprendiese sobre lo que supone vivir con diabetes? Una vez que la persona comience a responder a las preguntas, tenemos que esforzarnos en jamás dar consejo, opiniones ni juzgar. Solamente nos limitaremos a escuchar y hacer preguntas que inviten a esa persona a contarnos más sobre su propia vivencia. Cuando estamos realmente escuchando a alguien ese tipo de preguntas surgen espontáneamente desde nuestro interés y curiosidad. Por ejemplo cuando alguien está descubriendo una situación problemática nosotros podemos decir cómo nos gustaría que se resolviese la situación, la pregunta concreta no es tan importante como nuestra actitud y deseo de escuchar. Ofreciendo a alguien este simple regalo de la escucha quedaremos asombrados de los resultados. |
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Robert M. Anderson, Ed.D.
University of Michigan Medical School
Ann Arbor, MI 48109-0200 |
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